2/12/14

Literigatos #5 - No Soy la Bella Durmiente

Obsesivos!

De nuevo os vengo con otro literigato. Esta vez es  del libro No Soy la Bella Durmiente de Teresa Cameselle. Un libro que dentro de poco os hare la reseña ya que está en proceso aun y os comentare que me ha parecido. De momento vamos con este literigato.

Comencemos


 

- Nombre del Libro y del Autor: No Soy la Bella Durmiente de Teresa Cameselle

- Nombre del Gato y su Dueño (si lo tiene): Tesoro - Vicente

- Características del Gato: Ángora, Mal genio, algunas veces manso (como dice su dueño), dormilón

- Fragmentos que comprueben la existencia del Gato: 

- Ya no puedo con su gato. Tan manso y dormilón que parecía el maldito bicho, y desde que se fue Vicente se ha convertido en Godzilla. Me revuelve los papeles, me araña los sofás, se duerme en mi cama y mea en todas partes menos en el dichoso cajón de arena. ¡Esta noche no ha parado de maullar ni un minuto! 

- El domingo aun me llamó para ver como estaba su Tesoro y si le echaba de menos. 

- No pudo resistir una risita ante el nombre del dichoso gato. El felino había sido un regalo de la hermana de Vicente, que se lo entrego bañado, perfumado, con un gran lazo rosa al cuello y bautizado con aquel cursi nombrecito. 

- ¡Tesoro! 
   ¿Qué? 
   Ven aquí, bonito.
    
- Sofía se agachaba para coger en brazos al gato de Vicente. Subió las escaleras tan contenta, haciéndole monerías al bicho. 

- Cariño, estamos solos en la casa, no hay vecinos. Sólo nosotros. - En ese momento Tesoro aprovechó para hacer notar su presencia con un hondo maullido de protesta -.  el gato, claro. 

- En ese momento Tesoro saltó sobre el respaldo del sofá con un maullido, como si un ratón se le hubiera cruzado delante. 

- Sofía se retorcía en el sofá llorando de risa mientras Sergio tratabba inútilmente de recuperar la zapatilla deportiva que Tesoro le había robado para jugar con sus cordones.

- Tesoro ya sabía el truco de Sergio para evitar sus huidas y se resistió a entrar en el baño, pero al final Sofía lo agarró por el collar y le obligó a entrar. 

- Frente a ellos, al otro lado de la mesa, estaba el jefecillo, atusándose sus largos bigotes con un gesto que le recordó la forma en que Tesoro se aseaba. 

- Un maullido lastimero que le llegó desde el baño la detuvo. 
  Tesoro...
   ¿Qué?
   Tú no, tonto, el gato. No podemos dejarlo aquí. 
   Tiene comida y su cajón de arena. Los gatos no son como otros animales, se las arreglan bien solos. 

- Sergio intentó dejar a Tesoro en el suelo, pero al bicho se le erizaron todos los pelos y se agarró a su pecho con las uñas, hundiéndoselas en la camiseta y arañándole la piel. 

- Mira que suerte, un amiguito para que juegues. - Trató de convencer Sergio a Tesoro, que se negó a bajarse de su regazo entre maullidos.  




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